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Homenaje "25 años"

Encuentro con profesores de más de 25 años de docencia en nuestros colegios de Madrid, Quintanar, Villacañas y Zaragoza.

 

Permitidme que me presente. Mi nombre es María José y, como vosotros, celebro hoy veinticinco años de docente en la Familia Consolación. En realidad, en mi caso no son veinticinco, sino casi cincuenta formando parte de esta gran familia. En 1977 entré como alumna en el Colegio Madre María Rosa Molas de Zaragoza y a lo mejor como alguno y alguna de vosotras de manera “casual”. Me emociona que sea aquí, en el Colegio de Madrid, donde se esté celebrando este homenaje. Mi padre, [que sigue muy presente para mí] pasó muchas veces por delante de la puerta de este colegio camino de uno de los ministerios del Paseo de la Castellana y fue entre comillas el “culpable” de que su “Margarita”, como él me llamaba, fuera al colegio en Zaragoza “de las niñas del mismo uniforme de cuadros” que él veía todas las mañanas ... y no al colegio de las Hijas de la Caridad que, por tradición familiar tanto paterna como materna y con tía religiosa de la orden incluida, hubiera sido de esperar. Desde aquel momento, la estampa de la Madre convivió en el “altar familiar” con la de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac y hoy están más que contentos de que su hija se comprometiera a desarrollar su vocación como docente de la Consolación.

Estoy convencida de que hablo en nombre de todos los homenajeados aquí presentes y los que no han podido asistir, al AGRADECER a quienes han tenido la iniciativa de reunirnos en este día para celebrar la alegría de formar parte de esta familia, de gastar la vida en un oficio -el de enseñar- con el que hemos tenido más de un quebradero de cabeza, pero también infinitas satisfacciones. Hemos recibido, dado y compartido mucho en estos veinticinco años.

Seguro que desde el día que nos llegó la invitación para estar hoy aquí, comenzaron a venir a nuestra mente infinidad de recuerdos y personas: ese compañero que te ayudó a preparar tu primera clase, esa Hermana que se acercaba y te decía “hoy he rezado por tí”, ese alumno “trasto” que te hacía pasillo para que llegaras “a salvo” a la mesa cargado de libros y cuadernos o esa familia que siempre te felicitó por tu cumpleaños aunque fuera en verano. Un MiraMÉ, un MiraTÉ y un MiraLÉ detrás de tantas pequeñas vivencias diarias que, aún cuando humanamente nos sobreviene la desazón y el cansancio en nuestra tarea de educadores, nos arrancan una sonrisa y de nosotros renace ser instrumentos de Consolación.

Con certeza todos coincidiremos en que ser profe de la Consolación no empieza o acaba cuando uno entra o sale por la puerta de clase. El Papa Francisco en una de sus homilías dijo “La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios!”

Hay una pregunta de una canción que hemos escuchado muchas veces “¿Madre, qué tiene tu vida que hoy me cautiva y me lleva hasta Dios? ” Su ejemplo de mujer fuerte, pero que se dejó tocar y modelar adaptándose y desarrollando su acción consoladora en diferentes situaciones, nos cautivó y de ella, sí de ella, recibimos la invitación a seguir sus huellas y a ser instrumentos de Consolación. La Madre Emilia, hoy aquí presente, en el mensaje de apertura del bicentenario del nacimiento de la Madre dijo: “En cada una de de nuestras comunidades y presencias, donde haya una hermana o amigo/a de la Consolación, la Madre se hará presente [...] llegará su cercanía materna, su serena valentía, para atender cualquier sufrimiento y eso nos ayudará a tener la fuerza y creatividad necesarias para asumir hoy nosotros ese reto: Ser profetas de la Consolación de Dios como lo fue Ella”.

Finalizará nuestra etapa como docentes en cada uno de nuestros centros, antes de que pasen otros veinticinco años más, pero en cada uno de nuestros corazones quedará para siempre la impronta, la marca de la casa, “Made in Consolación” (hecho en la Consolación).

¡GRACIAS y ENHORABUENA A TODOS!

(Experiencia de una profesora participante en el homenaje celebrado el pasado 11 de marzo en Madrid)